Rafael — El Hijo Redimido

Oscar
5 min readNov 2, 2022

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I. Pelea, conflicto, enojo, miedo, realidad, vergüenza

Papá, no sabes cuánto me ha costado escribirte esto. Parece ser que cada vez que intento pensar en lo que quiero expresarte, lo que quiero decirte, todo se desdibuja y se pierde en mi cabeza. Pero es la hora de hacerlo.

Cuando vivías, tuvimos una relación muy difícil. Creo que el miedo, la indiferencia y el enojo siempre hacía que ninguno de los dos pudiera expresarse libremente con el otro. También creo que las cosas que nos unían, cada vez más iban desvaneciéndose, sentía que me estaba convirtiendo en algo muy ajeno a ti, por el enojo y rencor que siempre te tuve por esos momentos de niño donde pasaban cosas que no había logrado entender.

Por mucho tiempo me costó sentirme orgulloso de ti, de lo que representabas y las cosas que hacías. Siempre sentí que había algo dentro de ti que me odiaba, que no me quería, que solo buscaba hacerme mal y que nunca estaba orgulloso con lo que hacía. Sentía que lo que hacías era injusto, sin sentido y siempre me generó conflicto. ¿Por qué un niño merece tanto rencor y odio? ¿qué había hecho mal? ¿qué hice para merecerlo?

Cuando te fuiste, lloré como nunca había llorado, sufrí como nunca había sufrido y siempre te he extrañado y te extrañaré, así como a alguien que siempre esperas que regrese. Sigo pegado a mi ventana esperando a que llegues, sigo esperando despierto a que vuelvas, sea como sea, en el estado que sea, pero que vuelvas. Se había ido mi padre justo como lo había soñado y mi más grande pesadilla se hizo realidad ese día.

No pude decirte adiós, no pude abrazarte, solo me quedó ahogarme en mi rencor y mi ansiedad; pensando en todas las cosas malas que hiciste, todos los momentos en los que te decía que pararas, que no quería perderte para no hundirme en el sufrimiento y la tristeza.

Con eso también llegó un sentimiento superficial de paz, en el que sentí que el conflicto había terminado, que ya no tenía que seguir sufriendo.

Los años siguientes fueron peores. Con el enojo y el rencor de mi lado, caminé hacia lugares que me llevaron a sentimientos llenos de soledad, de estrés y de ansiedad.

No solo me habías abandonado a mí, sino a mis hermanas y mi mamá también, dejando un vacío enorme que intenté esconder con trabajo, con estar siempre ocupado, con vendas en los ojos para no mirar hacia el vacío, caer en el sufrimiento y perderme.

II. Entendimiento, sufrimiento, fortaleza

Desde que te fuiste me esforcé demasiado, le pedí cosas a mi cuerpo y a mi mente que no eran sostenibles, hasta llegar al punto en que me rompí. No sabía por qué, estaba confundido, puesto que me había funcionado por tanto tiempo “tan bien”. Es cuando me di cuenta que realmente nunca te dejé ir y que lo que me hacía funcionar, venía de un lugar de mucho dolor.

Llegué a buscar padres por todos lados, queriendo aceptación y orgullo de extraños, forzándome a hacer cosas que no quería, llevando mi mente al límite y dejando de enfocarme en mí, solo para llenar el vacío que me dejaste.

Mi camino y mis errores me han llevado de regreso a ti, a enfrentarme, a entenderme y a dejarte ir.

Siento que vivimos en un mundo podrido, injusto, y que es muy difícil de entender. Y no quiero entenderlo, solo quiero entenderte a ti. Sé que sufriste demasiado, tuviste una infancia horrible, tuviste que cargar con responsabilidades materiales y emocionales que no te correspondían. Viste a tus hermanos que tanto apoyaste y que tanto quisiste, morir. Siento que siempre te culpaste por eso; intentabas tener el control, pero caíste en una enfermedad que nunca te dejó salir y no fue el alcohol, sino la depresión y la ansiedad.

Y no solo eso. Nunca tuviste tiempo de descansar. Rafael era el que tenía que ser fuerte, Rafael tenía que resolver los problemas, siempre apoyando a todos, siempre sacando adelante a todos; ver cómo el estrés, la desesperación y la ansiedad te consumían, cómo no podías detener tus tics, cómo despertabas asustado cuando alguien hablaba. Creo que siempre mereciste un momento de paz que nunca se te dio, y creo que hacías lo que hacías porque esperabas que algún día, ese momento de paz llegara en forma de un accidente, de una congestión alcohólica o algo así.

Ahora te entiendo, papá, por eso te tengo que dejar descansar, fuiste lo que fuiste, hiciste lo mejor que pudiste, y es hora de dejarte ser libre.

III. Realización, paz, orgullo y liberación

Te quiero decir que tu esfuerzo no fue en vano, dejaste en mí, una semilla que germinó y floreció. Tu manera de esforzarte, tu manera de siempre salir adelante y el valor del trabajo es algo que llevo conmigo.

Pero fuera de eso, hay muchas cosas más, cosas que nunca pude entender hasta hoy. Esa felicidad que transmitías, y esa alegría, eras un buen amigo y eras leal. Y por lo que transmitías a las personas terminaste con miles de historias de gente que te recuerda, que te aprecia y que te quiere.

Creo que nunca he visto a alguien disfrutar tanto bailar, siempre, como un niño en un parque de diversiones, lo hacías sin miedo, sin pena y siempre como si fuera la primera vez. Esos recuerdos que me dejaste son los que ahora están presentes en mi mente y mi corazón. La manera que tenías de disfrutar la vida, de sorprenderte con cosas nuevas y esa alegría que transmitías.

Siento mucho orgullo de decir que eres mi papá, que de todas las posibilidades tuve la suerte de compartir tiempo contigo y ser tu hijo. Me enseñaste mucho y me sigues enseñando cosas cada día. Estás conmigo, me apoyas más que nunca; siempre hablamos, me guías y me empujas a ser yo y a no tener miedo. De tu hija, Viri, escuché una de las frases que más me marcó: “La vida es bonita y que tenemos que disfrutarla”.

Siempre me causó conflicto el nombre de Rafael, sentía que no era mío y no lo quería. Pero eso cambió, ahora me siento feliz de compartir el nombre contigo, de llevar un poquito de ti y de que me digan que me parezco a mi papá.

Quiero hablarte un poco de tu familia…

Tu esposa sacó su lado de guerrera que tú ya sabias que era, y que sabía que siempre quisiste proteger. Pero sin dejar de ser amable, cariñosa y un lugar seguro para sus hijos.

Tu hija Naomi es la estrella de la familia, se convirtió en una mujer decidida, fuerte, empática y con un corazón enorme.

De Viri siento que, ella se llevó más de ti, pero a la vez ella es única, es amable, alegre y sabe lo que quiere.

Yo sé que estarías muy orgulloso de nosotros y en lo que nos convertimos, y sé que no cabrias de la emoción y que todo el mundo se enteraría de lo que tu familia está logrando. Así que es hora de irse tranquilo papá, ya no tienes que preocuparte, ya puedes descansar.

Gracias por todo papá,

Te amo por siempre.

Tu hijo Rafael

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